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Iglesia de San Juan Parangaricutiro

La iglesia se alza majestuosamente, con su torre y parte del altar visibles.

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En 1943, el volcán Paricutín entró en erupción y cambió para siempre el paisaje de Michoacán, sepultando bajo ríos de lava y ceniza al pueblo de San Juan Parangaricutiro. Sin embargo, la Iglesia de San Juan Parangaricutiro, con su imponente estructura emergiendo entre las rocas volcánicas, resistió la furia de la naturaleza, convirtiéndose en un símbolo poderoso de resiliencia y esperanza.

A pesar de haber sido parcialmente destruida, la iglesia se alza majestuosamente, con su torre y parte del altar visibles entre un mar de roca solidificada. Este impresionante monumento es más que una ruina; es un testimonio conmovedor de la capacidad humana para adaptarse y encontrar belleza incluso en medio de la devastación. La imagen de la iglesia, rodeada de un paisaje casi apocalíptico, es un recordatorio tangible de la fragilidad de la vida frente a las incontrolables fuerzas de la naturaleza.

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