La Nopalera
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Huandacareo, también conocido como La Nopalera, se alza sobre una loma al noroeste del lago de Cuitzeo. Este sitio arqueológico es un ejemplo impresionante de ingeniería prehispánica, donde se acondicionó el terreno mediante la construcción de muros de contención y la movilización de grandes volúmenes de material de relleno. Los muros, especialmente visibles en el sector suroeste, aunque parecen estar ahí sin un propósito aparente, cumplen la función crucial de evitar que la superficie colapse bajo su propio peso. Este cuidadoso trabajo de adaptación del terreno resalta el ingenio y la organización de las antiguas culturas que habitaron la región, quienes movilizaron a una gran cantidad de mano de obra para lograrlo.
¿Sabías Qué…?
Los trabajos de exploración del sitio permitieron encontrar los restos de aproximadamente un centenar de individuos sepultados en distintas temporalidades.
Los estudios arqueológicos revelan que La Nopalera tuvo al menos dos periodos de ocupación bien diferenciados. Durante la primera etapa, este lugar fue un asentamiento típico de la cuenca del lago de Cuitzeo, caracterizado por su pequeño tamaño y la ausencia de vínculos directos con un señorío dominante. Sin embargo, el sitio presenta características arquitectónicas y cerámicas que muestran la influencia del Bajío, como patios hundidos y cerámicas decoradas. Además, en las tumbas del sector suroeste se encontraron objetos con claras influencias teotihuacanas, e incluso algunos individuos fueron sepultados con atuendos que los identifican con personajes de esta gran ciudad del altiplano central. Este crisol cultural muestra cómo La Nopalera fue un punto de encuentro donde convergieron diversas tradiciones, aunque sin perder su identidad local.
En el segundo milenio, La Nopalera adquirió mayor relevancia al convertirse en un centro administrativo del Señorío Tarasco. Este cambio trajo consigo transformaciones en las prácticas funerarias y la aparición de nuevas tecnologías, como la metalurgia del cobre. Sin embargo, el registro arqueológico indica un periodo de abandono, seguido por la reocupación y adaptación del sitio por nuevos habitantes.
¿Sabías Qué…?
La tumba 3 es el entierro más «superficial» de las tumbas en cista. En su interior se localizaron objetos cerámicos pertenecientes a una tradición cerámica más antigua, sin embargo la arqueóloga Angelina Macías encontró una vasija tarasca. Al parecer fue colocada varios años después, cuando los grupos tarascos recuperaron el lugar.