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San Felipe de los Alzati

Este sitio arqueológico abarcaba unas 52 hectáreas.

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Las fuentes históricas, como la Historia antigua de México del jesuita Francisco Javier Clavijero, mencionan que la región fue habitada por este grupo, una afirmación que la arqueología ha confirmado. A diferencia de las zonas tarascas como Tzintzuntzan e Ihuatzio, este asentamiento carece de las características arquitectónicas típicas de dichas áreas, como estructuras de planta mixta. En su lugar, aquí predominan las pirámides construidas con cuerpos superpuestos y escalinatas centrales que conducen a plazas ubicadas en distintos niveles.

Durante su apogeo, este sitio arqueológico abarcaba unas 52 hectáreas, extendiéndose más allá de la zona actualmente abierta al público, lo que lo convierte en el complejo más relevante del oriente michoacano. Además, es el único sitio en esta región gestionado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) que está abierto a los visitantes. Su ubicación geográfica jugó un papel crucial en la Mesoamérica precolombina, siendo un punto estratégico en la región.

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¿Sabías Qué…?

Por las dimensiones de su traza arquitectónica es el único sitio abierto al público por el Instituto Nacional de Antropología e Historia en el oriente de Michoacán.

El lugar tiene dos nombres debido a que se encuentra en tierras de dos comunidades. Una es Zirahuato, que en purépecha significa «cerro frío», y la otra es San Felipe Calvario. Sin embargo, a finales del siglo XIX se añadió a estos nombres los apellidos de héroes locales. Así, Zirahuato pasó a llamarse Zirahuato de los Bernal, en honor a Félix y Arturo Bernal, y San Felipe Calvario se renombró como San Felipe de los Alzati, en reconocimiento a José María, Marcos y Darío Alzati, quienes lucharon valientemente por la causa republicana durante el Segundo Imperio Mexicano. Los Alzati, originarios del distrito de Zitácuaro, destacaron en la lucha al lado del general Vicente Riva Palacio, siendo José María Alzati un hombre de confianza del general.

El sitio sugiere la existencia de un juego de pelota, palacios y áreas residenciales, entre otros edificios, aún por explorar. En 1963, Román Piña Chan realizó la primera intervención arqueológica en el lugar tras una denuncia de saqueo en la cara norte. A partir de 1973, las investigaciones formales comenzaron bajo la dirección de los arqueólogos Otto Schöndube Baumbach, Ramón Carrasco y Estela Peña Delgado. Gracias a estas exploraciones y estudios etnohistóricos, se identificaron cuatro conjuntos arquitectónicos, de los cuales dos están actualmente expuestos: la Pirámide Mayor y la zona habitacional.

¿Sabías Qué…?

En 1963 se realiza la primer intervención arqueológica en el sitio, cuando el arqueólogo Román Piña Chan, atiende una denuncia de saqueo efectuada en la parte superior de la cara norte.

El centro ceremonial se encuentra al pie del volcán de Zirahuato, cuya altitud oscila entre 1,930 y 2,100 metros sobre el nivel del mar. Las estructuras se integraron al terreno natural mediante muros de contención, utilizando piedra volcánica. En las fachadas se emplearon piedras planas, mientras que las escaleras y esquinas se reforzaron con rocas trabajadas.

En toda la zona arqueológica se pueden observar petroglifos, siendo la espiral uno de los motivos más frecuentes, visible incluso en las caras de la pirámide principal. Este símbolo se asocia con la observación del movimiento solar. Además, se ha identificado un jeroglífico que representa a Tezcatlipoca, una deidad fundamental en la cosmovisión mexica, subrayando la conexión simbólica entre este sitio y las creencias mesoamericanas.

¿Sabías Qué…?

A partir de 1973 se iniciaron las exploraciones arqueológicas bajo la dirección de los arqueólogos Otto Schöndube Baumbach, Ramón Carrasco y Estela Peña Delgado.

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